20.11.07

Pinto Wins




Las cosas son iguales a las cosas. Eso lo sabia muy bien Ignacio Escobar. Por eso el barullo que todavía se encuentra uno por ahí luego de la victoria de esta noche sobre la selección Argentina deja los ánimos calientes y muy pocas cosas que decir. Sin embargo hay cosas que son más importantes todavía. Más allá de lo estrictamente futbolístico, Bogotá es una buena sede por que el público responde, un público que está acostumbrado a ver fútbol únicamente cuando viene el América de México o alguno de los "grandes equipos" colombianos se digna a golear al Santa Fé. Bueno, eso y la altura: de 9 puntos jugados como local se consiguieron 7, donde fue bastante claro que el trabajo físico de la selección Colombia pesa bastante, donde cada jugador puede seguir corriendo los noventa minutos de cada partido independientemente de que corra para celebrar, pegar o jugar fútbol.

Los segundos tiempos de la selección se caracterizan por su despliegue, por una renovación anímica casi mágica que se basa fundamentalmente en los quince minutos de entretiempo que Jorge Luis Pinto se dedica a vacíar, recriminar, reprender, o simplemente putear a sus dirigidos. Y sí: salen, corren y juegan.

Entre otras cosas:
  • Malher Tressor Moreno se tiene que ir. En México puede jugar muy bien, lo pueden querer mucho, podrá tener alguna suerte de meretriz y, no digo que no, un club de fans pero aca en la selección no sirve. No tanto por el bajo nivel mostrado sino por su reacción al saber que iba a ser reemplazado.
  • Carlos Sanchez es un muy buen jugador, aparte de juicioso: sacrificó su paso al ataque para respaldar a Bustos que no es el mejor lateral derecho del mundo pero esta noche lo hizo bien, a pesar de que la culpa del gol de Messi es enteramente de él. Y, también, él solito cobró el tiro libre para marcar el empate.
  • A Castrillon le va muy bien en el ataque. Dejarlo ahí. Si usted no sabe bien que significan las siglas NSFW, esta es una buena manera de averiguarlo.
  • Ferreira corre, y corre, y corre, y corre, y corre, y corre, corre, y corre, y corre, y corre, y corre, y corre, y corre, y corre, y corre, y corre, y corre, y corre, y corre, y corre, y corre, y corre, y corre, y corre, y corre, y corre, y corre, y corre, y corre, y corre, y corre, y corre, y corre, y corre, y corre, y corre, y corre y ya.
  • El ringo Amaya le ha sabido meter un señor patadón a Lionel Messi. No hizo mucho en el partido, pero que patadón.
  • El Totono. No se que sera un Totono, pero, que carajos, buen partido del Totono.
  • Moreno, el defensa, para medir tres pisos tiene muchísima técnica y sabe cuando salir al ataque.

Tambien:


Wason Renteria fue un héroe: ofreció su cuerpo para chocar con los centrales argentinos, para que lo golpearan injusta, constante, y cruelmente hasta que llegara la falta definitiva que Bustos convirtió en el eufórico gol de empate. Para mayor tortura fundió su alma (anima bendita) incansable, insufrible, inquebrantable para completar, con las sobras de su maltrecho cuerpo, ya sin alientos, esa agónica pared que Dayro Moreno empujó finalmente hacia la red, anotando el gol definitivo de la noche. Pero el partido aun no había acabado y él, cojeando y sin aliento, rengueante, y cubierto con la angustiosa simpatía que puede generar un triste perro callejero corrió hacia las esquinas de la cancha llevando el balón, protegiéndolo con la vida propia.
El pobre hombre hoy más que nunca comprobó el precio de la soledad.



Pero el gran personaje de la noche fue McDreamy. Ingresando en el segundo tiempo, tal y como lo hiciera ante Venezuela, 45 minutos le valieron ovaciones y gritos de admiración. Bueno, eso por mi parte, tampoco puedo hablar por todo el mundo.
Apenas entró, en 5 minutos lanzó dos balones al vacío donde, casi inadvertidamente, aparecía una de las sombras de Wason correteando el balón. Su trabajo contrastó con la participación de Riquelme, donde fue curioso que un inadvertido Barranquillero realizara tan bien las funciones que el argentino conoce de memoria: amarrar el balón, inventarse pasadizos frente a sus adversarios y descrestar a sus marcas fijas volviendo invisible la pelota.

McDreamy puede que nunca llegue a tener la importancia de Valderrama, Ronaldinho o el del propio Riquelme pero esta noche fue el gran jugador imprescindible del Cucuta Deportivo que en la pasada Copa Libertadores jamas apareció en la Bombonera justo cuando con más urgencia se le necesitaba.

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